22 febrero 2008

Gatos y Palomas

Ayer desperté con Gatos y Palomas. Con restos de sueños en los ojos y la televisión apagada -como siempre- Desayuno en casa: unas tostadas de pan Bimbo con mantequilla y leche con Colacao, aquí se puede hacer publicidad, claro. Una ducha rápida y caliente, también en casa -todavía no tengo suficiente confianza con los vecinos- Salí a la calle con mi música a cuestas, la bufanda al cuello y las manos en los bolsillos para evitar al incesante frío. Esquibando todo frente a mi paso: abuelas con barras de pan caliente en sus bolsas, adolescentes fumando a la puerta de la academia, repartidores de comestibles -leche, bollería fresca, refrescos con y sin...- madres con sus hijos a la entrada de la escuela, hojas cayendo, cometas, autobuses y hasta un tren de alta velocidad -un tal AVE- que parece ser ya llegó a la ciudad, qué pesadez!
Esta vez, me llené de luz en el primer paseo del día. Alimentándome con el olor de las cafeterías, con el calor de un astro en el despejado cielo. Adoquines mojados y algo de frío en el ambiente. Caminé sin rumbo fijo, siguiendo a mis pasos sin dudarlo. Deteniéndome en los quioscos -como siempre- para ver las portadas de la vida, los dvd's de cine clásico en oferta... Por un momento imaginé ser Gene Kelly pero como no llovía lo olvidé al poco tiempo. Arropado en un anhelo, en un suspiro. Despertar al despertar, de nuevo en el ayer. Sumido en el tiempo, entre las flores, con Gatos y Palomas.

21 febrero 2008

Escena primera

És de matinada, ben fosc. El rellotge tocant les dues. Una lleugera llum d’espelma s’encén a l’estudi de la Carla. La resta de l’escena queda a les fosques o en penombra. Ha estat la Carla qui ha encès l’espelma. És una noia jove, d’uns 18 anys, de pell clara i més aviat menuda, fràgil. Porta roba còmode, d’estar per casa, potser un pijama, camisó o batí. Està asseguda a terra, escrivint molt concentrada i alhora pensativa, com nostàlgica.

(Silenci llarg.)

CARLA: (Aixecant el cap lentament, com rellegint per ella mateixa el que acaba d’escriure, en veu baixa, tendra i, alhora, trista.)

Catorze de novembre de 2007. (Pausa.) Si, ho sé. En sóc conscient. Masses dies sense dir res, sense aparèixer, sense ser jo mateixa. Però, ¿oi que no t’enfades?. Et prometo que no tornarà a passar. (Pausa.) (Sospirant.) Ja han passat quasi bé tres mesos des que va desaparèixer la mare i la trobo molt a faltar... Cap trucada, cap carta. (Pausa.) Cap senyal de vida... res de res. Sense ella, res és el que era abans. I és aquesta la causa de tots els meus mals, de la tristor que m’envaeix, d’aquesta foscor interna que m’ofega el pensament i m’afebleix el cos. Em sento sola i sense forces. No tinc ganes de res. El desànim m’estima, la felicitat em rebutja. (Pausa.) Últimament, el pare no hi és gaire per casa i trobo que, de vegades, està massa seriós. Gairebé no em parla, ja no riu com abans, em preocupa. (Pausa.) (Canviant d’expressió, ara més animada.) Encara sort del Dr. Roses, bé, en Josep Maria. No li agrada gens que li digui doctor (Riu tímidament.) M’ajuda molt. És encantador, molt de la broma... (deixa anar un altre somriure, aquest cop, sonor.)

20 febrero 2008

Escena pròleg

Època actual. L’escenari es divideix en dues parts. A l’esquerra, la sala d’estar o menjador, zona que ocupa la major part de l’escena. Al mateix cantó, i cap al fons, una sortida que va a parar a la porta d’entrada del carrer, i una altra, més a prosceni, que porta a altres habitacions de la casa. A la paret del menjador, al fons, un rellotge antic de paret o de cucut. En general, el mobiliari és modern i escàs, no fa gaire que s’hi viu en el pis, encara hi ha caixes pel mig, i d'altres elements que confirmen una recent mudança. Sofà petit amb tauleta o taula tipus menjador amb cadires, potser també una butaca o balancí, combinats amb un penjador de roba de peu i altres elements decoratius, com poden ser quadres, prestatgeries, catifes, plantes, cendrers i llums de peu. A la dreta d’escena i més cap a prosceni, hi trobem un espai més reduit: el petit estudi de la Carla. Composat per: un petit sofà, una tauleta amb cadira per escriure o treballar, una llum de peu i algun que altre element. Una altre opció en la decoració, de tot l’escenari, seria minimalista i abstracte, podria estar formada per peces de fusta amb rodes, de diferents mides, sempre molt lineals, quadrades, rectangulars... i acompanyades també pels mateixos elements decoratius d’abans: quadres, llums de peu, coixins, cendrer de peu, etc... Les esmentades peces podrien anar canviant de lloc i moure’s entre escena i escena, determinant la ubicació dels personatges o estances de la casa, on transcorre, en cada cas, l’acció. També trobem, a la part dreta de l’escenari, dues sortides més, aquestes donen a la cuina, al lavabo i al dormitori de la Carla. A prosceni, tant a la part esquerra com a la dreta hi hauran unes suposades finestres que donen al carrer.

19 febrero 2008

Soy

"Soy el curso de arena que se desliza entre el canto y la duna la lluvia de verano llueve sobre mi vida sobre mi vida que huye y me persigue y terminará el día de su comienzo querido instante te veo en la cortina de bruma que se aleja donde no pisaré esos largos umbrales movedizos y viviré el tiempo de una puerta que se abre y se cierra" (Samuel Beckett.)

Caminante


El que camina se enturbia. Se deshace poco a poco, muy lentamente, en compañía de sus propios pasos, junto a su deteriorado rastro, en la lejanía, más allá del horizonte, quebrantando su propia ley oxidada por el paso del tiempo que no calla y organiza, con ceguedad, los capítulos de su existencia más engañosa. No hay escapatoria, la huida quedó atrás, el tic tac continua, no hay alternativa, no hay detención sin castigo. El que camina se nubla como el cegado sol al caer la tarde, agachado frente a su sombra, reciclando sus palabras, sordo como el derribado muro del pasado, viejo y deteriorado, mudo como el feto, como en una cueva, sin luz, sin ruidos, sin vida y sin alma...

12 febrero 2008

El tiempo pasa y se va

Pronto dejará de hacer frío, pronto es menos tarde, pensó para sus adentros. Aquello tampoco le consolaba. Permanecía encerrado en su apartamento, como enclaustrado en el tiempo. Por más que quisiera, por más que lo intentase, no era capaz de escapar. Pasaron las horas, los días, los meses y allí seguía. Entre las cuatro paredes del destino. Aquella mañana el sol se encendía y se apagaba continuamente, como el flexo de su mesilla de noche. Se puso unos lentes oscuros para protegerse la vista y continuó pensando al ritmo de una melodía de piano. Pensó en todo aquello que le atormentaba: el paso del tiempo, el infinito, el destino, los sueños, la vida, el amor, el dolor, la pena... pensó en las horas, los días, los meses... pensó en la locura... y allí permanecía, clavado como una veleta en el tejado de sus pensamientos. Por la tarde, habiendo comido ya, alargó bien el brazo izquierdo -el derecho se le había dormido después del café- para abrir una ventana y creerse más libre. Observó el horizonte después de desprenderse de las lentes, recorriéndolo de este a oeste mientras una dulce brisa rozaba su rostro y su cuerpo desnudo peinándole el vello con grata delicadeza. Se le erizaba la piel. Esbozó una falsa sonrisa a la vez que cerraba la ventana con su brazo derecho ya despierto. Pronto dejará el sol de alumbrar, pronto es menos tarde, pensó para sus adentros. Llegada la noche, comenzó a sentir frío y decidió -sin pensar- que era el momento de vestirse. Caminó por el pasillo hasta el dormitorio, abrió el ropero: unos pantalones de pana, una camisa y un jersey le hicieron recordar a su abuelo. Se vistió con ellos en un suspiro enamorado. Se sentó en su silla favorita, de nuevo frente a la ventana. Observando el horizonte una vez más, a través de la oscuridad, entre las primeras estrellas dormidas. Encendió el flexo de la mesilla para recordar al sol y creerse un poco más libre. Pero tampoco se consoló esta vez. Allí seguía, entre las cuatro paredes del destino. Solo. Pensó en las horas, los días, los meses... pensó en su locura... y allí permaneció hasta caer dormido profundamente. Pronto se hará de día, pronto es menos tarde, pensó en sus sueños...

Uno

"Uno, sentado una noche a su mesa con la cabeza en las manos se vio levantarse y partir. Una noche o un día. Pues aunque apagada su luz no se quedaba a oscuras. Le venía entonces de la única alta ventana una apariencia de luz. Debajo de ella todavía el banco en el cual se subía a ver el cielo hasta ya no poder desearlo. Si no se asomaba para ver cómo era abajo era quizá porque la ventana no estaba hecha para abrirse o porque no podía o no quería abrirla. Quizá sabía perfectamente cómo era abajo y ya no deseaba verlo. Tan bien que permanecía simple y llanamente allí encima de la lejana tierra viendo a través del vidrio nublado el cielo sin nubes. Tenue luz invariable sin par en su memoria de días y noches de antaño en los que la noche venía puntualmente a relevar al día y el día a la noche" (Fragmento: "Sobresaltos", Samuel Beckett.)
"Qué haría yo sin este mundo sin rostro sin preguntas donde ser no dura sino un instante donde cada instante gira en el vacío en el olvido de haber sido sin esta onda en donde al final cuerpo y sombra se confunden qué haría yo sin este silencio abismo de rumores jadeando furioso hacia la salvación hacia el amor sin este cielo que se eleva sobre el polvo de su lastre qué haría yo haría como ayer como hoy mirando por mi rendija si no estoy solo para errar y alejarme de toda vida en un espacio falso sin voz entre las voces encerradas conmigo." (Samuel Beckett.)

10 febrero 2008

El dolor

Como un golpe de viento
que deshace la sombra
caigo en lo negro,
en el abismo del dolor.

Golpeando mi rostro
contra mi alma mordida,
fuertemente, hasta morir
ahogado en mis lágrimas.

La edad del hierro

"Por un curioso instinto atávico las multitudes experimentan todavía una inexplicable necesidad de esconderse en el interior de cosas cerradas y de aspecto agresivo, tal como lo hacía el hombre primitivo en las cavernas. El vestigio más fácil de estudiar de esta tendencia es la afluencia de viajeros a los vagones de ferrocarril. Desgraciadamente, esos extraños impulsivos son a menudo víctimas de su retorno a la barbarie -la edad del hierro no significa un gran progreso sobre la de la piedra-, y en el choque de trenes de esta quincena se extinguió un gran número de especímenes de esta clase de trogloditas. La civilización ambiente está demasiado desarrollada para permitir que se desarrollen en adelante muchos de esos locos o desesperados. ¿Pues no es acaso cosa de locos o de desesperados dejarse encerrar buenamente en jaulas rodantes, a merced de alguien que no tiene otra idea que la de arrastrarlos no se sabe adónde, a toda velocidad, sobre vías complicadas de ex profeso, de manera que se entrecruzan en la mayor cantidad posible de puntos?" (Alfred Jarry.)

Un poema



"Un Poema es una Ciudad llena de calles y cloacas, llena de santos, héroes, pordioseros, locos, llena de banalidad y embriaguez, llena de lluvia y truenos y periodos de ahogo, un poema es una ciudad en guerra, un poema es una ciudad preguntando por qué a un reloj, un poema es una ciudad ardiendo, un poema es una ciudad bajo las armas y el subsuelo más oscuro, sus barberías llenas de borrachos cínicos, un poema es una ciudad donde Dios cabalga desnudo por las calles como Lady Godiva, donde los perros ladran en la noche y persiguen la bandera; un poema es una ciudad de poetas, muchos de ellos muy similares y envidiosos y amargados... un poema es esta ciudad ahora, a 50 millas de ninguna parte a las 9:09 de la mañana, el sabor a licor y cigarrillos, sin policía, sin amantes, caminando en las calles, este poema, esta ciudad, cerrando sus puertas, fortificada, casi vacía, enlutada sin lágrimas, envejecida sin pena, las montañas rocosas, el océano como una llama de lavanda, una luna carente de grandeza, una leve música de ventanas rotas... un poema es una ciudad, un poema es una nación, un poema es el mundo... y ahora pongo esto bajo el cristal para el loco escrutinio del editor y la noche está en cualquier lado y lánguidas damas grises se alinean el perro sigue al perrro al estuario las trompetas anuncian los patíbulos mientras los hombrecillos deliran sobre cosas que no pueden hacer" (Charles Bukowski.)

08 febrero 2008

Suma de detalles

"Salido de la soledad, comienza de nuevo como si fuera la última vez que respirara y por eso, es ahora que respira por primera vez más allá de la comprensión de lo singular. El está vivo, y por eso no es más que lo que se ahoga en el agujero insondable de su ojo, y aquello que ve es todo lo que él no es: una ciudad del indescifrado suceso, y por lo tanto, un lenguaje de piedras, ya que sabe que a lo largo de la vida una piedra dará lugar a otra piedra para construir una pared y sabe que todas esas piedras edificarán la abrumadora suma de detalles" (Paul Auster.)

Un muchacho de barrio...

"Bill es un muchacho de barrio; de barrio bajo. Tiene un sentido del humor de barrio. Por eso no suelo llevarle conmigo. Porque tiene una mentalidad de barrio bajo. No es que yo tenga nada contra ello; nada en absoluto. Pero una mentalidad barriobajera está bien en un barrio bajo. Fuera de él hay el peligro de que corrompa las cosas. Hay algo en él... ¿cómo diría? ligeramente podrido. ¿No encuentra? Es como una babosa. No pasa nada con una babosa en su sitio. Pero éste no se queda en su sitio y sube por las paredes de las casas dejando una estela de baba, ¿verdad, Bill?. Y confirma estúpidas historias sórdidas simplemente por divertirse y los demás tienen que correr y dar vueltas para llegar a la raíz de las cosas, airearlas y quitarles el veneno mientras que él no sabe más que chuparse la sangre de la mano y descomponerse como la babosa podrida que es... ¿Otro whisky, Horne...?"(Fragmento de "La Colección", Harold Pinter.)

En sueños

A veces, me gustaría robarle segundos al tiempo y con ellos dibujar los momentos en los que me siento bien, para jugar con ellos hasta morir de alegría.

En ocasiones, cuando camino por la calle, me veo a mi mismo desde bien arriba, desde el cielo, desde algún lugar en el que nadie más que yo puede alcanzar. Es en ese momento cuando siento que realmente soy yo quien creo que soy.

A veces, sueño despierto. En ocasiones lo hago dormido.

A veces, me gustaría gritar tan fuerte que fuese capaz de detener el ritmo de la vida, detener todo aquello que se mueve con o sin motivo para poder conocer las cosas más por dentro, más por fuera.

En ocasiones, cuando pienso demasiado, creo que estoy enloqueciendo, que hay algo en mi que no funciona como deviera. Es en ese momento cuando noto que el rumbo se tuerce y no me reconozco. Ni del derecho ni del revés.

A veces, sueño despierto. En ocasiones lo hago dormido.

La distracción



"Vivir e inventar. Lo intenté. Debí intentarlo. Inventar. No es la palabra. Vivir, tampoco. No importa. Lo intenté. Mientras, la gran fiera de la seriedad se paseaba en mi interior, rabiando, rugiendo, desgarrándome. Lo hice. Completamente solo, bien escondido, me echaba faroles, a solas, durante horas, inmóvil, a veces de pie, como si me hubieran embrujado, gimiendo. Eso es, gimiendo. No supe jugar. Daba vueltas, palmoteaba, corría, gritaba, me veía perder, me veía ganar, alegre, dolorido. De repente me abalanzaba sobre los instrumentos del juego, si los tenía, para destruirlos, o sobre un niño, para cambiar su felicidad por aullidos, o huía, corría a esconderme rápidamente. Me perseguían los mayores, los justos; me cazaban, me golpeaban, me hacían entrar de nuevo en el círculo, en la partida, en la alegría. Entonces yo era esclavo de la seriedad. Ha sido mi peor enfermedad. Otros nacen sifilíticos, yo nací grave. Y gravemente intenté no serlo, vivir, inventar, yo me entiendo. Pero cada vez que lo intentaba de nuevo perdía la cabeza, creía precipitarme hacia mi salvación cuando me precipitaba en mis tinieblas, me postraba de rodillas ante quien no puede vivir ni soportar este espectáculo en los demás. Vivir. Digo vivir y ni siquiera conozco su significado. Lo intenté sin saber qué intentaba. A pesar de todo, quizá haya vivido sin saberlo. Me pregunto por qué hablo de estas cosas. ¡Ah, sí!, para distraerme" (Samuel Beckett.)

Ser o no ser

En efecto. El ser humano es impaciente pero también inconformista y testarudo. Es aquel que tropieza más de dos veces con la misma piedra y, en ocasiones, lo hace hasta con su misma sombra. Aquel que se alimenta de la esperanza luchando contra el destino y la incertidumbre. Esclavo de la tierra y del tiempo, el ser que no es ser, se detiene ante sus pasos observando como estos le adelantan apresurados. Es aquel que se afixia ante una realidad artificial, paseando a ciegas sobre una cuerda a ras de suelo y manteniendo el equilibrio con sus propios suspiros, ahogados por la obsesión de un camino verdadero. El ser que no es ser, es aquel que se percata de lo que poseía cuando lo ha perdido todo. Ese que se despista así mismo con sus pensamientos y llena de sueños su alma para luego rodearlos de bruma. El mismo que llora, grita, maldice y se apena pero ante todo, el ser que no es ser, es capaz de amar, también de emocionarse.

2 años después

Mi cabeza permanece sobre mi cuello, mis hombros, mi pecho, mi corazón (que ahora late un tanto diferente) y el resto de mi organismo, mi cuerpo vaya (con su riego sanguíneo, sus plantas, sus huevos, sus huesos, sus muslos, su pelo y sus largas uñas en los días de abandono). ¿Me habré transformado en un pollo?, me pregunto en más de una ocasión. No, no es posible, aspiro a mucho más que eso. Por lo menos a gallina, por lo de los huevos claro. Eso es lo que hay que tener para conservar la cabeza de manera ordenada, ahí, en lo más alto de nuestra sombra, un buen par de huevos (a ser posible morenos). Todo un reto en los tiempos que corren. Pensamientos amontonados se pelean a codazos con mis codos allí en la cúspide, en la cima de mis sueños rotos y envejecidos. Pero ahí está, por suerte, mi cabeza testaruda, alimentándose del tiempo con gran ingenio.