08 febrero 2008

Ser o no ser

En efecto. El ser humano es impaciente pero también inconformista y testarudo. Es aquel que tropieza más de dos veces con la misma piedra y, en ocasiones, lo hace hasta con su misma sombra. Aquel que se alimenta de la esperanza luchando contra el destino y la incertidumbre. Esclavo de la tierra y del tiempo, el ser que no es ser, se detiene ante sus pasos observando como estos le adelantan apresurados. Es aquel que se afixia ante una realidad artificial, paseando a ciegas sobre una cuerda a ras de suelo y manteniendo el equilibrio con sus propios suspiros, ahogados por la obsesión de un camino verdadero. El ser que no es ser, es aquel que se percata de lo que poseía cuando lo ha perdido todo. Ese que se despista así mismo con sus pensamientos y llena de sueños su alma para luego rodearlos de bruma. El mismo que llora, grita, maldice y se apena pero ante todo, el ser que no es ser, es capaz de amar, también de emocionarse.

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