08 febrero 2008

La distracción



"Vivir e inventar. Lo intenté. Debí intentarlo. Inventar. No es la palabra. Vivir, tampoco. No importa. Lo intenté. Mientras, la gran fiera de la seriedad se paseaba en mi interior, rabiando, rugiendo, desgarrándome. Lo hice. Completamente solo, bien escondido, me echaba faroles, a solas, durante horas, inmóvil, a veces de pie, como si me hubieran embrujado, gimiendo. Eso es, gimiendo. No supe jugar. Daba vueltas, palmoteaba, corría, gritaba, me veía perder, me veía ganar, alegre, dolorido. De repente me abalanzaba sobre los instrumentos del juego, si los tenía, para destruirlos, o sobre un niño, para cambiar su felicidad por aullidos, o huía, corría a esconderme rápidamente. Me perseguían los mayores, los justos; me cazaban, me golpeaban, me hacían entrar de nuevo en el círculo, en la partida, en la alegría. Entonces yo era esclavo de la seriedad. Ha sido mi peor enfermedad. Otros nacen sifilíticos, yo nací grave. Y gravemente intenté no serlo, vivir, inventar, yo me entiendo. Pero cada vez que lo intentaba de nuevo perdía la cabeza, creía precipitarme hacia mi salvación cuando me precipitaba en mis tinieblas, me postraba de rodillas ante quien no puede vivir ni soportar este espectáculo en los demás. Vivir. Digo vivir y ni siquiera conozco su significado. Lo intenté sin saber qué intentaba. A pesar de todo, quizá haya vivido sin saberlo. Me pregunto por qué hablo de estas cosas. ¡Ah, sí!, para distraerme" (Samuel Beckett.)

1 comentario:

Unknown dijo...

hola me podrias decir a que obra pertenece el fragmento que has publicado de Beckett. Gracias.

Un saludo,

Javier