12 febrero 2008

El tiempo pasa y se va

Pronto dejará de hacer frío, pronto es menos tarde, pensó para sus adentros. Aquello tampoco le consolaba. Permanecía encerrado en su apartamento, como enclaustrado en el tiempo. Por más que quisiera, por más que lo intentase, no era capaz de escapar. Pasaron las horas, los días, los meses y allí seguía. Entre las cuatro paredes del destino. Aquella mañana el sol se encendía y se apagaba continuamente, como el flexo de su mesilla de noche. Se puso unos lentes oscuros para protegerse la vista y continuó pensando al ritmo de una melodía de piano. Pensó en todo aquello que le atormentaba: el paso del tiempo, el infinito, el destino, los sueños, la vida, el amor, el dolor, la pena... pensó en las horas, los días, los meses... pensó en la locura... y allí permanecía, clavado como una veleta en el tejado de sus pensamientos. Por la tarde, habiendo comido ya, alargó bien el brazo izquierdo -el derecho se le había dormido después del café- para abrir una ventana y creerse más libre. Observó el horizonte después de desprenderse de las lentes, recorriéndolo de este a oeste mientras una dulce brisa rozaba su rostro y su cuerpo desnudo peinándole el vello con grata delicadeza. Se le erizaba la piel. Esbozó una falsa sonrisa a la vez que cerraba la ventana con su brazo derecho ya despierto. Pronto dejará el sol de alumbrar, pronto es menos tarde, pensó para sus adentros. Llegada la noche, comenzó a sentir frío y decidió -sin pensar- que era el momento de vestirse. Caminó por el pasillo hasta el dormitorio, abrió el ropero: unos pantalones de pana, una camisa y un jersey le hicieron recordar a su abuelo. Se vistió con ellos en un suspiro enamorado. Se sentó en su silla favorita, de nuevo frente a la ventana. Observando el horizonte una vez más, a través de la oscuridad, entre las primeras estrellas dormidas. Encendió el flexo de la mesilla para recordar al sol y creerse un poco más libre. Pero tampoco se consoló esta vez. Allí seguía, entre las cuatro paredes del destino. Solo. Pensó en las horas, los días, los meses... pensó en su locura... y allí permaneció hasta caer dormido profundamente. Pronto se hará de día, pronto es menos tarde, pensó en sus sueños...

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