21 julio 2008

La cuenta atrás

Cuatro minutos para la medianoche, es tarde. Al menos para mis riñones, mi espalda y mi cabeza. Atrás quedó el atardecer, atrás quedaron el rastro de un avión y el silbido de una cometa. Ya se apagaron las luces, ya terminó la jornada, ya es algo más tarde. Tres minutos para la medianoche. Es tarde para colgar un cuadro, para tender la colada y para afeitarse. Atrás quedó la merienda, atrás quedaron el sonido del despertador y la hora del recreo. Ya se apagaron algunos ojos, ya terminó el último noticiario, ya es más tarde que hace un minuto. Dos minutos para la medianoche, es tarde, lo es también para exprimirse demasiado el cerebro, para pasear al perro (tampoco podría porque no tengo...) y para comprar cigarrillos en el estanco. Atrás quedó la siesta, atrás quedaron los zapatos y el rocío mañanero. Ya se apagaron las máquinas, ya terminó la cena, ya es más tarde que hace un par de minutos. Un minuto para la medianoche, es tarde, ya quedó claro, creo que voy a acostarme, será lo mejor. Atrás quedaron las penas, un lindo día está por empezar. Vaya!, ya es mucho más tarde que cuando empecé a redactar estar líneas hace casi veinte minutos, me parece que este reloj no funciona bien, dulces sueños...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

dulces? sueños...

Xavier Pàmies dijo...

Sí, dulces...