¿Puede darse miseria más... más grande que la mía? Sin duda. El pecho oprimido. La voz atrapada y el corazón por fuera. Desde aquí veo flores en el mar. Una madre que arropa las olas con las manos arrugadas por el paso del tiempo. Las barcas huyen asustadas. Aturdido y descompuesto me hundo, con el alma por descifrar.
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