
Recuerdo, cuando era niño,
como oscurecía en el parque sudando
y con la respiración bien arriba
a toda prisa entre los árboles,
los columpios, los bancos
y los ancianos con bastones
y ropa vieja.
Yo corría
y todos corríamos
sin saber,
sin pensar
de qué carrera se trataba
pero ahí estábamos
escupiéndole al tiempo
con la cara sucia
y las rodillas amoratadas.
Una vez fui niño
de verdad que lo fui en el parque
el gran parque vallado
y en los tejados salté
y a las ramas subí
de pronto una tarde
de verano caluroso.
Era la época de las naranjas,
los balones y las campanas
de tela negra inverbe
con la cara rasgada
y el corazón a mil,
sin relojes sin bandera,
chucherías de colores
y gritos enemigos
en el parque:
¡GAMBERROS, GAMBERROS!
¡COMO OS PILLE OS VAIS A ENTERAR!
era el país de la imaginación desbocada
y los gatos abandonados,
del llanto fingido
un esto no me gusta
un esto no lo quiero
en la niñez pasada
fui un chaval evidente,
en el verde
y el azul del cielo,
también en el asfalto
del camino conocido
y en la casa de chocolate
donde se derretían los problemas
por el tiempo detenido
y la risa descarada
un juego de críos sin cabeza
con la falda a cuadros volteada
por el viento de una paloma aleteando
y otro grito desgarrado:
¡GAMBERROS, GAMBERROS!
¡COMO OS PILLE OS VAIS A ENTERAR!
Es cierto lo que fui un día
y otro y varios más
con un tirante en un pie
y el otro desnudo
en un sueño
por ser mayor
ahora
en el parque
sudando
y con la piel de arruga.
1 comentario:
Los detalles, me gustan los detalles que traen recuerdos...
Toño.
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